Este estilo artístico también se halla presente en el valle a través de dos edificios de gran porte, que corresponden a una variante nacional conocida como gótico isabelino o fase Reyes Católicos. Nos referimos, en primer lugar, a la capilla de Santa Ana de Villasana de Mena, edificada por Sancho Ortiz de Matienzo, personaje de gran relevancia que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI. La capilla, concebida como lugar de enterramiento familiar, destaca por su sencillez estructural y en origen, estaba decorada al gusto andaluz con azulejos sevillanos que revestían todos los zócalos y el altar mayor. El edificio terminó de construirse en 1498, fecha en la que se trasladaron, a esta capilla los restos de los padres y un hermano de Sancho Ortiz de Matienzo, como así rezaba la lauda sepulcral que cubría el sarcófago que contenía tales restos.
El otro hito importante del gótico final en nuestro territorio, es la iglesia de San Millán de Irús. Contemporánea de la anterior, fue construida por un linaje local que también deseaba procurarse un lugar de enterramiento de gran empaque, consecuente con su status socioeconómico. La sobriedad exterior del edificio, contrasta con la riqueza ornamental del interior, a base de una vistosa y rica policromía repartida fundamentalmente por las bóvedas y los arcos fajones que separan los tramos de la nave. En el presbiterio, presenta dos enterramientos de tipo arcosolio.
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Bajorrelieve de la Giralda (1499)
Por encargo de Sancho Ortiz de Matienzo, se esculpió este bajorrelieve con inscripción que da cuenta de las obras y reparaciones llevadas a cabo por el Doctor Matienzo en 1499 en la capilla mayor de la antigua iglesia parroquial de Santa María de Villasana, hoy desaparecida.
El relieve reproduce la Giralda en su primigenia forma de alminar o minarete almohade perteneciente a la mezquita de Sevilla, convertida en catedral tras la conquista de la ciudad por Fernando III “el Santo” en 1248.