Siglo XIX
Comienza el siglo XIX y la vida en el valle no se hace especialmente diferente a la registrada durante el siglo anterior. Pero pronto, algo pasa, imperceptible para Mena de forma inmediata pero anunciadora de una crisis política y social a nivel nacional a la que Mena no será ajena en absoluto; la derrota en Trafalgar de la escuadra combinada franco- española frente a la británica, deja a nuestro país sin la imprescindible protección naval para mantener el decaído y viejo imperio de ultramar.
Pronto, la discutida alianza franco-española se ve en una crisis total que acaba en un levantamiento popular contra el ocupante francés que en Mena se hace especialmente trágica. Pocos meses después del famoso levantamiento popular madrileño del dos de mayo de 1808, se produce el gran acontecimiento bélico relacionado con Mena. Los refuerzos del ejército español, acantonado en las inmediaciones de Espinosa, llegan a Santander al mando del general Vivanco, Abad de Vivanco y menés, procedentes del norte europeo y se aprestan a, rápidamente, alcanzar Espinosa con el fin de frenar el avance francés sobre el norte cantábrico y avanzar y retomar Bilbao y controlar todo la costa cantábrica. Pocos días después de su llegada a Espinosa, comienza el enfrentamiento con el francés que durará cuatro días, al final del cual el ejército español ha sufrido muchas bajas, entre otras, la de el general Vivanco. Los españoles deberán retirarse hacia Reinosa, abandonando apresuradamente suministros y caidos, que serán quemados en el mesón de Espinosa.
La dureza de la contienda es extrema en Mena; se suceden las intervenciones guerrilleras, el saqueo y la exigencia de suministros al vecindario; Villasana es casi un lugar fantasmal y los franceses alojados en la antigua iglesia de la Asunción, en el Rivero, casi dan al traste con este desaparecido edificio.
Acabada la guerra, el valle ha sufrido muchísimo la presencia tanto del invasor como de las acciones guerrilleras, perdiéndose incluso una parte de la documentación del archivo municipal de Mercadillo.
Poco tarda en volver la discordia a España. Otro acontecimiento bélico perturba, más si cabe, a Mena: la primera guerra carlista en 1833. Los asedios de Villasana, Mercadillo o la invicta guarnición de Villanueva, que resistirá todos los asaltos carlistas de la guerra, marcan el devenir de la contienda en una Mena comprometida con la causa liberal. Se constituyen dos compañías de combatientes llamados “urbanos” y “cristinos”, que protagonizan acciones verdaderamente heroicas, muchas de ellas al mando de D. Álvaro de la Quintana, héroe de la guerra en Mena y determinante de su devenir. Durante toda la contienda, y al igual que durante la ocupación francesa, el valle es esquilmado de forma inmisericorde por unos y otros, llegando los carlistas, incluso, al saquéo y la humillación de los meneses.
Transcurre el siglo y Villasana se convierte en la sede del ayuntamiento menés; el viejo edificio consistorial de Mercadillo ha quedado destruido y quemado tras las contiendas francesa y carlista y su antiquísimo archivo casi totalmente desaparecido. La nueva sede consistorial será un moderno edificio que se levantará entre el río Cadagua y la muralla septentrional de la Villa.
La segunda guerra carlista trae a Mena los peores recuerdos de la anterior contienda. La ocupación carlista de Mena durante casi año y medio, esquilma nuevamente a consistorio y vecinos y solo cesa con la llegada de un importante contingente liberal desde Burgos. El ayuntamiento menés se apresta a preparar la defensa ante una posible nueva irrupción carlista que se producirá en agosto de 1875, pero el fuerte del Pendo y las defensas dispuestas para el caso por el ayuntamiento menés en todo el norte de Villasana alcanzando a Caniego, son suficientes para que la compañía de liberales meneses rechace un fuerte contingente de tropas enemigas y acabe definitivamente el nuevo intento carlista de ocupar Mena.
El resto del siglo se caracterizó por la lucha política entre liberales y conservadores, en encarnizados debates y contiendas de carácter doméstico.