El concepto que una persona pueda tener de un festival internacional de folclore quizá se resuma en la imagen de una sucesión de espectáculos coloristas de danza y música. Pero hay festivales y festivales, y, como comprobará quien se acerque la primera semana de agosto a este enclave del norte de Burgos, se puede afirmar que el del Valle de Mena es algo más. Desde que inició su andadura en el año 1999, el evento traspasó las fronteras de lo meramente artístico para convertirse en un acontecimiento social y cultural en su concepto más amplio, acontecimiento que ha ido marcando el calendario de la participación ciudadana y el de la programación municipal con una cita anual hasta 2012 y cada dos años desde entonces. El FIF es esperado por un público consolidado y sobre todo por el cerca de centenar de voluntarios que participan en la preparación y desarrollo del mismo, ya que durante algo más de una semana la rutina propia de un valle se ve enriquecida por la interculturalidad y por el cambio de ritmo que provocan las caras nuevas y las formas de vida diferentes. Música y danza de alta calidad, diversidad en muchos matices, puntos en común en otros tantos, relaciones que desembocan en amistad, trabajo en equipo, colaboración altruista, muchas horas de actividad y muy pocas de descanso, son algunos de los aspectos más destacados de este festival que hacen que el arte en la escena, sin dejar de alcanzar altas cotas, no sea el único protagonista.
Dimitry Nazarenko, director artístico del FIF desde su primera edición, destaca en este sentido “la oportunidad que este evento ofrece al público menés y visitante de vivir una experiencia cultural de primer orden, tanto por la alta calidad de los espectáculos que se van a ofrecer como por el contacto que, durante una semana, se produce entre sociedad y arte con la diversidad de tradiciones como telón de fondo”. Esta diversidad viene de los grupos participantes. En esta edición, a los internacionales Ballet Folclórico Bafochi de Chile, Conjunto Folclórico Nacional Ayalguu de Mongolia y Conjunto Folclórico Inyamibwa de Ruanda, se les sumarán la Compañía de Danza Antares, de Madrid, la Agrupación de Danzas Virgen de las Nieves de Torrelavega, Cantabria, y el grupo local Ecos del Valle. De este modo lo común y conocido, Ecos del Valle, lo cercano o próximo, Madrid y Cantabria, y lo exótico, Chile, Ruanda y Mongolia, convivirán en plena armonía durante unos días como un signo más de la capacidad de los pueblos de entenderse.
Pero hay otro aspecto que llama la atención de este festival. El Valle de Mena, situado en el extremo nororiental de las merindades burgalesas, se destaca por la belleza de sus paisajes: los Montes de la Peña, formación caliza de crestas recortadas, y los del Ordunte, de arenisca y cumbres redondas, delimitan una extensión de verdes prados donde se alimenta la ganadería local, bosques centenarios de haya y roble atravesados por sendas en las que perderse y ríos que juegan con los desniveles del terreno formando curiosos saltos de agua. Un entorno rural en el que la vida transcurre a un ritmo más sosegado, más ligado a la naturaleza que en el mundo urbano. Quien conoce Mena lo sabe y quien no lo conoce puede sentir despertada su curiosidad por descubrir este enclave. Pero hay veces que, lamentablemente, nuestra sociedad opone conceptos y hace comparativas que no son del todo reales. Rural es naturaleza, sí, pero ¿puede ser cultura?
El hecho de que un entorno como el Valle de Mena lleve años haciendo una apuesta de estas dimensiones es señal inequívoca de que mundo rural y cultura no son dos conceptos opuestos ni irreconciliables. La concejala del área y directora del festival, Lorena Terreros, destaca en este sentido la postura del Ayuntamiento a la hora de organizar y financiar programas culturales “Hoy, vivir en un pueblo, en plena naturaleza, no tiene por qué estar reñido con la posibilidad de acceder a una oferta de calidad, y Mena, con toda su riqueza natural y con estas propuestas, es una prueba de ello. La cultura es posible y es necesaria también en el campo, porque enriquece no solo a la persona, sino a la sociedad y a la humanidad entera. No podemos dejar de pensar en ella si queremos avanzar hacia un mundo mejor”. Para la concejala, el consistorio menés tiene clara su responsabilidad y su compromiso con estos programas, algunos tan consolidados como el FIF, dada su repercusión positiva en el municipio. El aspecto económico es importante, “el FIF atrae turismo y parte de su presupuesto revierte en empresas locales”, dice Terreros, pero no es el único, ya que “hacer cultura, mejorar la convivencia y potenciar la participación ciudadana, contribuye a la mejora de la calidad de vida del valle”. Así, la temática de este año gira en torno al lema Mena, Cultura y Futuro.
El FIF centra su programación en Villasana de Mena, la capital del valle menés. Arranca el martes 31 de julio con un concierto ofrecido por el conjunto chileno a las 22:00 en el Lavadero del Convento Santa Ana y cerrará sus actividades con otro concierto a cargo de Mongolia el domingo 5 de agosto a la misma hora y en el mismo escenario.
En medio, talleres participativos abiertos a todos los públicos, de Danzas del Mundo (jueves 2 y sábado 4 de agosto, a las 12:00 en la Plaza San Antonio) y de Músicas del Mundo (Jueves, viernes y sábado a las 13:15 en la Plaza Santa Ana), un Taller infantil de Cuentos del Mundo (viernes 3 a las 12:00 h. en la zona verde del Polideportivo Municipal), y los tres espectáculos centrales del festival, (jueves, viernes y sábado a las 22:00 en el escenario de la Plaza San Antonio), constituyen el grueso de la programación de esta edición. Además, como cada edición, con el propósito de acercar el FIF a otras pedanías, el grupo chileno actuará el miércoles 1 de agosto en Leciñana.
Quien no conozca Mena tiene la oportunidad esta semana de pasearse por los enclaves naturales de este valle, conocer su arte, sus pueblos, sus gentes y disfrutar de una cita intercultural de primer orden.